CONCEPCIÓN ARENAL
La figura de Concepción Arenal tiene especial interés, no sólo por la lucidez de sus análisis, o por el hecho de ser una mujer que escribe de asuntos sociales en un tiempo y, sobre todo, en un tono, en que no era habitual hacerlo, sino también por uno de los rasgos más originales de su obra, que es el sentido práctico. Son muchas las virtudes de esta mujer excepcional: su sinceridad, su curiosidad intelectual, su amplitud de miras, su elegancia espiritual, su elevación moral y su generosidad sin límites, pero esto del sentido práctico es mercancía que ha escaseado bastante por estos lares, donde siempre se ha admirado tanto, en cambio, a los oradores, y se manifestó en ella como un rasgo particular de su carácter, pues, según nos cuenta la Condesa de Campo Alange, ya desde el colegio “prefería un zurcido bien hecho a un bordado inútil”, lo que, pese a ser una alumna brillante, debió de atraerle más de una mirada de extrañeza por parte de sus maestras y compañeras.
Nació en el Ferrol y murió en Vigo. No cursó ninguna carrera universitaria, pero alcanzó una gran madurez intelectual gracias a un proceso continuo de autoformación.
Llegó a ser una destacada líder en cuanto a emancipación y promoción de la mujer.
Realizó actividades tan diversas como: ser visitadora de prisiones de mujeres, inspectora de casas de correccionales de mujeres, enfermera en un hospital o miembro activo en diversos patronatos de enseñanza o de cultura.
Entre sus obras más famosas, están “la mujer de su casa” “Cartas a un obrero” “El pauperismo”.
La educación constituyó para ella, uno de los puentes básicos del perfeccionamiento de la sociedad. Se preocupó por casi todas las marginaciones sociales de la humanidad de entonces.
Pretendió redimir a estos marginados mediante la aportación de programas de tratamiento de delincuentes, de ayuda a la mujer, etc., y sobre todo construyendo, difundiendo nuevas concepciones sociales, culturales, sexista,…
Llegó a proclamar que “la cuestión social, es en gran parte, una cuestión pedagógica”. Se preocupó de la educación del niño, de la educación del obrero, la educación de la mujer y la instrucción del preso.
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